antropólogas y arte

En el siguiente artículo resumo un trabajo que realicé el año pasado para la asignatura Antropología Simbólica.

Introducción

En este artículo comentaré el texto ¿Son los antropólogos ciegos frente al arte? escrito por Sally Price. En este artículo la autora reivindica el papel de los antropológos dentro del mundo del arte.  Gracias a la antropología, los estudios y análisis sobre arte se han visto
enormemente enriquecidos.

En este texto Price se defiende también de los comentarios negativos por parte de los críticos de arte hacia los antropólogos y nos explica de dónde viene este rechazo.

los antropólogos no entendemos de arte

William Rubin: “los primeros etnólogos generalmente no hacían distinción entre arte y artefacto”

Paul Richard: “Rubin no es un antropólogo: lo que ha estado buscando es calidad”

Dos conceptos destacan en estas afirmaciones: el enfrentamiento arte-artefacto y el término calidad.

Hablemos en primer lugar del binomio arte-artefacto. Puede que los antropólogos no hicieran distinción entre arte y artefacto porque en muchas ocasiones son la misma cosa. O al menos están mucho más cerca de lo que creemos. En su manual, Antropología Cultural Marvin Harris (1997, p.584) pone algunos ejemplos de la relación entre el arte y la tecnología:

El arte y la tecnología a menudo interactúan, y resulta difícil afirmar dónde termina la
tecnología y dónde comienza el arte, o dónde finaliza el arte y empieza la tecnología.
La bella simetría de redes, cestas y tejidos es esencial para su adecuado funcionamiento. Incluso en el desarrollo de medios de expresión musical pueden darse
ventajas tecnológicas. La bella simetría de redes, cestos y tejidos es esencial para su
buen funcionamiento. Incluso el desarrollo de medios de expresión musical puede
conllevar beneficios tecnológicos. Por ejemplo, probablemente hubo algún tipo de
retroalimentación entre la invención del arco como arma de caza y el tañido de cuerdas tensas para obtener un efecto musical.

El arte no sólo está relacionado con la evasión del mundo terrenal, con la
representación de la belleza o con la imaginación. También forma parte del mundo cotidiano. Sin embargo, la élite artística, como hemos podido comprobar en las primeras
citas del artículo de Price, tiende a separar al arte en una esfera propia (y tiende a hacer el arte poco accesible):

La cultura occidental tiende a aislar el arte, a colocarlo como algo que se encuentra
fuera de la vida cotidiana y la cultura ordinaria. Esto refleja una separación moderna más general de instituciones como el gobierno y la economía del resto de la sociedad. Todos esos campos se consideran distintos dominios y cuentan con sus propios especialistas académicos. Sin embargo, en las sociedades no occidentales la producción y apreciación del arte son parte de la vida cotidiana, como la cultura popular lo es en la sociedad occidental. Cuando se presenta en museos occidentales, con frecuencia se trata al arte no occidental como una «bella arte»; esto es: se separa de su contexto sociocultural viviente (Kottak, 2011, p.345).

Al contrario que en la sociedad occidental, son muchas las comunidades en las que no pinta solo el que sabe pintar y no canta solo el que sabe cantar, pintan o cantan todos porque son acciones que podemos hacer. Porque te hace sentir bien, porque eres humano porque puedes hacerlo.

¿quién decide?

Abordemos ahora el concepto calidad. ¿Quiénes deciden qué cosas tienen calidad? ¿Qué cosas, para estas personas, tienen o carecen de calidad?

El tipo de persona que habla del arte y de su relación con las obras con términos como “sagrado” “sobrenatural” o “místico”, suele encajar en el siguiente perfil: hombre, rico y blanco. Una vez no pueden conseguir más cosas en el mundo material, estos hombres buscan llenar sus inquietudes con algo espiritual, abstracto y emocional.

Al igual que con la colonización de territorios, se disponen a colonizar las formas de expresión, socialización y relación con el medio de los “pueblos primitivos” o de cualquier grupo que en ese momento sea considerado exótico. Van a aldeas y se llevan cualquier cosa que crean puede llamar la atención en la vitrina de un museo. Para ellos los sitios donde la gente socializa, come, canta o cocina son lugares exóticos y especiales. Entienden la casa del otro como un parque de atracciones y se llevan un suvenir.

poseer, tocar y ver

Hablar de hombres ricos en el mundo del arte también nos lleva a hablar de su
afán de poseer. A lo largo del texto vemos un patrón que se repite. Los hombres hablan de que necesitan tocar y poseer las obras para apreciarlas. Es curioso como sólo ciertos
ojos están capacitados para decir qué es arte y cómo analizarlo.

Como afirma Price (2005): “(…) los objetos que ellos estudian sólo se convierten en “arte” una vez caen bajo la mirada de aquellos que operan en la tradición de la historia del arte (…)”. Muchos de estos especialistas piensan en el arte como algo etic, algo que es universal en todas las culturas y por tanto se puede identificar de manera nomotética. Sin embargo, “lo que la mayoría de los occidentales entienden por arte es una peculiar categoría emic de la moderna civilización euroamericana” (Harris,1997, p.582).

La necesidad del tacto puede estar relacionada con el papel que los sentidos juegan en el modelo cultural. En la sociedad europea el sentido más valorado es la vista, acompañada siempre de la lógica y la razón. Sin embargo, como el arte se sitúa por encima del mundo terrenal, otros sentidos pueden ganar mayor importancia. La antropología sensorial o de los sentidos se encarga de estudiar y analizar la influencia de los distintos sentidos en la forma de ver el mundo.

Este “sexto sentido” como algunos lo llaman es innato y sólo algunas personas
lo poseen. Esta creencia ayuda a respaldar la posición de superioridad de ciertas
personalidades dentro del mundo del arte. En particular, cuando se habla de obras
primitivas, los coleccionistas y especialista de arte se encuentran en una posición
especialmente particular:

El arte de culturas “remotas” proporciona a aquellos que coleccionan arte una
oportunidad especialmente atractiva de obtener algún tipo de merito por las obras en si mismas, en parte porque generalmente se recoge tan poca información sobre los artistas y en parte por la idea de que el observador occidental está excepcionalmente dotado para “ver” la calidad estética de la forma (en contraste con el artista, que se ve como alguien interesado principalmente en los fines utilitarios y/o rituales del objeto) (Price, 2005).

conclusión

La crítica de Sally Price es clara y concisa y podríamos decir que busca aplicar los principios anti-etnocentristas de la antropología en el mundo del arte.
La antropología nos ayuda a entender el papel que juegan las obras dentro de una sociedad porque las obras no son objetos aislados. Son creadas por personas que viven en un determinado contexto y son admiradas por personas que viven en un determinado
contexto. La antropología nos permite comprender cómo hemos llegado a según qué
valoraciones y categorizaciones sobre el arte.

Bibliografía

  • Augé, M., & Colleyn, J. (2005). Qué es la antropología (1a ed.). Paidós.
  • Harris, M. (1997). Introducción a la Antropología General (7a ed.). Alianza Editorial.
  • Kottak, C. (2011). Antropología Cultural (14a ed.). McGraw-Hills.
  • Price, S. (2005). ¿Son los antropólogos ciegos frente al arte? Quaderns De L’Institut Català D’Antropologia, 21, 15-31.

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