Collejas y respeto

Durante una temporada los chicos de mi grupo de amigxs empezaron la broma de darse collejas. Es una forma de estar de coña y echar el rato. También implica una relación de deuda (tú me das una colleja y yo te la devuelvo). También implica complicidad, amistad, camaradería y, lo que me parece lo más importante respeto. Ser vistx como igual.

Desde un principio vi esto como algo gracioso y quería formar parte de ello. Mis amigos se lo pasan bien, yo también quiero. Además, parece que de alguna forma es una señal de cariño. Se quieren lo suficiente como para dar y recibir collejas y seguir siendo amigos.

No sabía como incorporarme a la dinámica, ¿a quién le doy? ¿Cómo? ¿Cuándo? Parece que a ellos les sale natural.

Lo empecé a hacer, pero no parecía encajar del todo, es como si cuando lo hiciera yo fuera raro. Intentaba copiar la forma en la que lo hacían, seguir la coreografía y hacer que pareciera natural, pero no salía del todo bien. De hecho, uno de ellos no quería devolverme la colleja, es decir, no me veía como igual. Yo insistí en por qué no, y no hubo respuesta clara, pero todas sabemos por qué.

Esto me hizo pensar en ¿por qué quiero dar collejas? Si indago un poco me encuentro con la vergonzosa respuesta de “porque lo hacen los chicos” y yo quiero participar de su diversión. Quiero intentar romper con las barreras que separan lo masculino de lo femenino. Que sólo los chicos se den collejas no va a hacer que yo no las de. No siempre me siento cómoda con la feminidad, así que quizás intento moverme en otros espacios. Pero en esos otros espacios, que quizás solo me llaman la atención porque no puedo formar parte de ellos, no me tratan como igual. Da igual que vaya rapada, da igual que lleve ropa ancha, da igual que me gusten las chicas, sigo siendo tratada de forma distinta.

Ahora quiero cambiar la perspectiva de la pregunta, ¿por qué las chicas no damos collejas? ¿Por qué no nos pegamos ni hacemos bromas sobre el tamaño de nuestro coño o nuestras tetas? ¿Qué otras formas tenemos de expresar respeto y amor o de estar de coña de manera cariñosa?

Pues nos abrazamos. Nos preguntamos qué tal el día y nos besamos. Nos damos la mano y nos fijamos en nuestra mirada para saber si algo va mal.  Nos ofrecemos apoyo incondicional y nos repetimos 1 millón de veces tía si necesitas hablar ya sabes. 

No necesitamos pegar. No necesitamos competir para dar cariño. No tenemos la deuda de si tu me pegas yo te pego. No necesitamos ser más ingeniosas o hablar más alto.

Quizás “la lucha” no sea (solamente) conquistar los espacios masculinos para que ya no sean solo masculinos. Quizás la lucha no sea querer ser como uno de ellos. Quizás la lucha es mirar a mis amigas y querer participar y crear dinámicas con ellas. Querer ser más como ellas. Ellos hacen más ruido, ellos tienen menos vergüenza, ellos tienen más confianza y ellos hablan y no son interrumpidos. Pero no significa que lo que hagan sea mejor. Ni más guay ni más deseable.

¿Creo genuinamente que mis amigos son muy divertidos y guays? Sí, no quiero quitarle valor a ellos como personas. Pero también sé que mi admiración por ellos muchas veces se pasa de la raya y que los subo a un pedestal porque sí. No utilizo los mismos criterios para decidir esto mola o no mola, cuando lo hace una amiga o cuando lo hace un amigo.

Creo que estaba más en paz conmigo respecto a este tema antes del Erasmus. La pick me girl que había en mí estaba en hibernación, pero llegar a un nuevo sitio sin conocer a nadie la despertó, y el encajar, parecer divertida y ser aceptada fue una prioridad antes que pararme a pensar

¿Es realmente para tanto, o simplemente lo está haciendo un hombre y asumimos que es divertido/deseable/interesante?

Fin por ahora.

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