Quiero ser un árbol

Hace poco (varios meses en realidad lol) terminé de leer el libro La vida secreta de los árboles de Peter Wohlleben. Ahora, seis meses después de leerlo (y con el objetivo de escribir un artículo interesante) me he dado cuenta de que quiero ser un árbol. Creo que no estoy hecha para el frenético mundo humano. Muchas responsabilidades, muchas incertidumbres, mucha soledad… No quiero simplificar el mundo de los árboles (de hecho, es extremadamente complejo) pero creo que vivir siendo un árbol sería el balance perfecto para mí. Por un lado, raíces firmes y seguras, ancladas a la tierra, conectadas a través del micelio con el resto de mis colegas árboles (me estoy adelantando). Por otro lado, ramas que se extienden hasta el cielo, mecidas por el viento, buscando el sol, la lluvia y en constante relación con pájaros, insectos y otros animales. Podría tener lo mejor de los dos mundos. La estabilidad y la novedad. La certeza y la incertidumbre.

La vida secreta de los árboles es bastante fácil de leer. Está dividido en capítulos, en cada uno de los cuales se aborda un tema distinto sobre el funcionamiento de los árboles, de las plantas y en general de los bosques. He de confesar que no lo he leído entero, pero los capítulos que he leído me han gustado mucho. Os dejo algunos de mis favoritos aquí. Os dejo también un enlace donde podéis encontrar algunos capítulos del libro por si queréis echarle un ojo: https://www.aglutinaeditores.com/media/resources/public/c2/c2db/c2db386b21c44f8abfffff8d506f48eb.pdf

  • El lenguaje de los árboles
  • Asistencia Social
  • Juntos funcionan mejor
  • Cuestión de carácter
  • La noción del tiempo
  • ¿Árbol o no árbol?
  • Amor

Algunos capítulos captaron rápidamente mi atención y fueron fáciles de leer. Sin embargo, otros utilizaban un lenguaje un poco más técnico o mencionaban especies de árboles que, debido a mi ignorancia, yo no era capaz de visualizar en mi cabeza. Creo que este libro ganaría mucho si tuviera imágenes (o si lo leyera una persona con un mínimo conocimiento sobre árboles, yo personalmente no sé diferenciar una haya de un roble).

Al comienzo del libro, leí una frase que me dejó un poco enfadada. En concreto en la página 10, el autor dice lo siguiente:

Un bosque más sano, incluso puede que más feliz, es esencialmente más productivo, lo que significa al mismo tiempo mayores ingresos.

Esta frase me decepcionó. Odio cuando la productividad se utiliza como argumento para cambiar o mejorar las cosas. La frase podría ser perfecta si fuera: Un bosque más sano es un bosque más feliz. Punto. Por suerte, a medida que leí más del libro, me encontré con explicaciones que me gustaron más y que hablaban sobre redistribución, igualdad, amor…

Me alegró descubrir que el escritor sí que está de acuerdo conmigo y al final del libro escribe: 

(…) nuestra preocupación por los árboles no debería basarse sólo en su utilidad material. También merece la pena mantener sus pequeños misterios y maravillas. Bajo el techo de hojas, tienen lugar dramas y tranquilas historias de amor. Delante de nuestra puerta tenemos el último reducto de la naturaleza en el que todavía pueden vivirse aventuras y descubrirse secretos. Y quién sabe, quizás algún día pueda descifrarse el lenguaje de los árboles y con él, material para nuevas e increíbles historias. (pág. 214)

Otra razón por la que me gustaría ser un árbol es su vida en comunidad. No siguen la ley del más fuerte de la que tanto hablan los petardos libertarios y los anarco capitalistas. Podríamos pensar que, creciendo más que los otros árboles, sobrepasándolos y robándoles la luz, una árbol puede crecer más y mejor. O que un árbol que tiene más terrero para él solo puede obtener más minerales y por tanto vivir mejor. Pero no es así. Y me encanta. El autor explica:

Pero el hecho de que sólo sobrevivan los más fuertes, ¿no es algo propio de la evolución? Los árboles negarían con la cabeza, más bien dicho con la copa. Su bienestar depende de la comunidad y cuando los supuestamente más débiles desaparecen, los demás también pierden. (pág. 23)

Los árboles se sincronizan de forma evidente de tal manera que todos consiguen el mismo rendimiento. Y eso no es algo lógico (…). Los árboles igualan sus debilidades y sus fuerzas. Sin importar si son gruesos o delgados, todos los ejemplares producen, con ayuda de la luz, la misma cantidad de azúcares en cada hoja. La igualdad se produce bajo tierra a través de las raíces. A este nivel, tiene lugar un intercambio activo. El que tiene mucho da y el que tiene poco recibe ayuda. (pág. 22)

Cuando leí esto un sentimiento de ternura me invadió. No quiero humanizar a los árboles o trasladar conceptos humanos a una realidad que nada tiene que ver, pero, por un momento, pensé: “Owww, ¡los árboles se cuidan entre ellos! ¡Son tan monos!”.

Me gusta descubrir este tipo de cosas porque creo que es importante que este tipo de narrativas ganen importancia. Como he mencionado antes, los discursos individualistas suelen utilizar el argumento de así funciona la naturaleza es la ley del más fuerte blah blah blah… Pero ya lo dijo Kropotkin… La naturaleza no es así. Lo que ha hecho que las especies sobrevivan es el apoyo mutuo. Conocer y comprender este tipo de realidades puede ayudarnos a cambiar nuestra visión y, con suerte, ser un poquito más como los árboles. De hecho, creo que mi vida a partir de hoy va a consistir en buscar el sol para hacer la fotosíntesis, buscar un suelo firme, que me aporte nutrientes y fuerzas, y que esté cerca de los quiero, para poder compartir con ellos y que sobrevivamos y vivamos juntos. En definitiva, voy a ser un árbol.

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