Archivo de la categoría: Trabajos Universidad

Museos belleza y autenticidad

Existe un sentimiento universal que tode alumne ha vivido alguna vez… ¿sabéis ese momento, cuando tenéis que hacer un trabajo en grupo y tenéis una cartulina y tenéis que escribir el título y sentís que el futuro de la humanidad descansa sobre vuestros hombros porque si hacéis una letra un poco más grande de la cuenta ya no cabrá? Y las únicas opciones tras el fracaso serían darle la vuelta a la cartulina y ocultar tu vergonzoso fracaso, usar Tipp-ex lo cual empeoraría más la situación o cambiar el tamaño de las letras y estén todas ahí apretujadas.

Creo que todas hemos estado alguna vez en esta terrible encrucijada. Pero no te sientas mal porque esto mismo les pasó a unos pintores egipcios hace más de 2000 años… En el año 1927 Rudolf Otto[1] adquirió un sarcófago egipcio para el recién inaugurado Museo de las Religiones de Marburg (el año pasado hice mi Erasmus en esta ciudad). Desde que se adquirió, sus ilustraciones han fascinado a los visitantes y han levantado sospechas sobre su autenticidad. Sin embargo, es un raro ejemplar original[2].

Tras enterarme de la existencia de este sarcófago (en el artículo de Franke y Matter que podéis encontrar aquí) fui un día al museo súper ilusionada para intentar verlo, pero estaba cerrado… Había que pedir cita para entrar al museo… Fuerte.

Y, volviendo al artículo, se dice que se dudó de su autenticidad debido a sus ilustraciones. ¿Qué significa esto?

Como podéis ver en la foto el sarcófago es feo. Es feo con ganas, además. ¡Pero que sea feo no significa que sea falso! Los pobres pintores egipcios no calcularon bien… Unos jeroglíficos están más apretujados otros menos… No fue su mejor día la verdad. Pero they are so real for that. En el artículo se dice:

Por ejemplo, algunos elementos comúnmente representados están totalmente ausentes, como la cuarta urna, mientras que algunas extremidades se añadieron a una figura en fechas posteriores. Gessler-Löhr propone que los artesanos, debido a una falta de experiencia[3], cometieron numerosos errores cuando transferían el boceto a la plantilla, siendo incapaces de estimar el espacio disponible.[4]

Efectivamente. Estos artesanos egipcios se enfrentaron al mismo desafío al que se enfrentan miles de alumnes… Y su error tuvo grandes consecuencias. Debido a ser “feo”, a no ser “perfecto”, se duda de la autenticidad de este sarcófago. Y yo me pregunto, ¿siempre hemos utilizado la belleza como criterio para decidir qué es auténtico o no? ¿Para decidir qué ponemos en los museos?

Esto da mucho que pensar sobre cómo funcionan los museos, sobre cómo trabajan los arqueólogos y coleccionistas. ¿Vamos buscando una serie de objetos concretos? Que sean bellos, estéticos, que parezcan auténticos… ¿Y cómo sabemos si parecen auténticos? ¿Cómo decidimos qué forma de parte de la historia o no?

Cuando elegimos qué objetos colocamos en un museo elegimos qué objetos vale la pena conservar, y por tanto decidimos qué Historia queremos contar. Estas elecciones no son arbitrarias y están llenas de sesgos. Lo menos que podemos hacer es preguntarnos sobre nuestros criterios de belleza, de autenticidad y sobre nuestras elecciones.

Lo último que me queda por decir es que un beso muy grande a esos artesanos egipcios, que lo hicieron lo mejor que pudieron.

Bibliografía (puedes encontrarla en mi carpeta de MEGA)
  • Franke, Edith, y Anna Matter. 2022. «Negotiating Religion in Museums.» En Handling Religious Things. The material and the social in museums, de Edith Franke y Ramona Jelinek-Menke, 23-38. Lubrecht & Cramer.

[1] Un señor random alemán que era teólogo.

[2] Traduccido del original: “In 1927, Rudolf Otto acquired an Egyptian coffin for the newly founded Marburg Museum of Religions. Since then, its colourful illustrations, with depictions of the mummification process, have fascinated many visitors, but have repeatedly raised doubts regarding the object’s authenticity. However, it is indeed a rare original” (Franke y Matter 2022)

[3] Probablemente eran alumnos en prácticas trabajando gratis…

[4] Traducido del original (más o menos): For example, some commonly depicted elements are missing entirely, such as the fourth urn, while missing limbs were added to one figure at a later date. Gessler-Löhr proposes that the craftsmen, due to a lack of experience, made repeated mistakes when transferring the motif from an existing template, being unable to adequately estimate the space available. (Franke y Matter 2022)

antropólogas y arte

En el siguiente artículo resumo un trabajo que realicé el año pasado para la asignatura Antropología Simbólica.

Introducción

En este artículo comentaré el texto ¿Son los antropólogos ciegos frente al arte? escrito por Sally Price. En este artículo la autora reivindica el papel de los antropológos dentro del mundo del arte.  Gracias a la antropología, los estudios y análisis sobre arte se han visto
enormemente enriquecidos.

En este texto Price se defiende también de los comentarios negativos por parte de los críticos de arte hacia los antropólogos y nos explica de dónde viene este rechazo.

los antropólogos no entendemos de arte

William Rubin: “los primeros etnólogos generalmente no hacían distinción entre arte y artefacto”

Paul Richard: “Rubin no es un antropólogo: lo que ha estado buscando es calidad”

Dos conceptos destacan en estas afirmaciones: el enfrentamiento arte-artefacto y el término calidad.

Hablemos en primer lugar del binomio arte-artefacto. Puede que los antropólogos no hicieran distinción entre arte y artefacto porque en muchas ocasiones son la misma cosa. O al menos están mucho más cerca de lo que creemos. En su manual, Antropología Cultural Marvin Harris (1997, p.584) pone algunos ejemplos de la relación entre el arte y la tecnología:

El arte y la tecnología a menudo interactúan, y resulta difícil afirmar dónde termina la
tecnología y dónde comienza el arte, o dónde finaliza el arte y empieza la tecnología.
La bella simetría de redes, cestas y tejidos es esencial para su adecuado funcionamiento. Incluso en el desarrollo de medios de expresión musical pueden darse
ventajas tecnológicas. La bella simetría de redes, cestos y tejidos es esencial para su
buen funcionamiento. Incluso el desarrollo de medios de expresión musical puede
conllevar beneficios tecnológicos. Por ejemplo, probablemente hubo algún tipo de
retroalimentación entre la invención del arco como arma de caza y el tañido de cuerdas tensas para obtener un efecto musical.

El arte no sólo está relacionado con la evasión del mundo terrenal, con la
representación de la belleza o con la imaginación. También forma parte del mundo cotidiano. Sin embargo, la élite artística, como hemos podido comprobar en las primeras
citas del artículo de Price, tiende a separar al arte en una esfera propia (y tiende a hacer el arte poco accesible):

La cultura occidental tiende a aislar el arte, a colocarlo como algo que se encuentra
fuera de la vida cotidiana y la cultura ordinaria. Esto refleja una separación moderna más general de instituciones como el gobierno y la economía del resto de la sociedad. Todos esos campos se consideran distintos dominios y cuentan con sus propios especialistas académicos. Sin embargo, en las sociedades no occidentales la producción y apreciación del arte son parte de la vida cotidiana, como la cultura popular lo es en la sociedad occidental. Cuando se presenta en museos occidentales, con frecuencia se trata al arte no occidental como una «bella arte»; esto es: se separa de su contexto sociocultural viviente (Kottak, 2011, p.345).

Al contrario que en la sociedad occidental, son muchas las comunidades en las que no pinta solo el que sabe pintar y no canta solo el que sabe cantar, pintan o cantan todos porque son acciones que podemos hacer. Porque te hace sentir bien, porque eres humano porque puedes hacerlo.

¿quién decide?

Abordemos ahora el concepto calidad. ¿Quiénes deciden qué cosas tienen calidad? ¿Qué cosas, para estas personas, tienen o carecen de calidad?

El tipo de persona que habla del arte y de su relación con las obras con términos como “sagrado” “sobrenatural” o “místico”, suele encajar en el siguiente perfil: hombre, rico y blanco. Una vez no pueden conseguir más cosas en el mundo material, estos hombres buscan llenar sus inquietudes con algo espiritual, abstracto y emocional.

Al igual que con la colonización de territorios, se disponen a colonizar las formas de expresión, socialización y relación con el medio de los “pueblos primitivos” o de cualquier grupo que en ese momento sea considerado exótico. Van a aldeas y se llevan cualquier cosa que crean puede llamar la atención en la vitrina de un museo. Para ellos los sitios donde la gente socializa, come, canta o cocina son lugares exóticos y especiales. Entienden la casa del otro como un parque de atracciones y se llevan un suvenir.

poseer, tocar y ver

Hablar de hombres ricos en el mundo del arte también nos lleva a hablar de su
afán de poseer. A lo largo del texto vemos un patrón que se repite. Los hombres hablan de que necesitan tocar y poseer las obras para apreciarlas. Es curioso como sólo ciertos
ojos están capacitados para decir qué es arte y cómo analizarlo.

Como afirma Price (2005): “(…) los objetos que ellos estudian sólo se convierten en “arte” una vez caen bajo la mirada de aquellos que operan en la tradición de la historia del arte (…)”. Muchos de estos especialistas piensan en el arte como algo etic, algo que es universal en todas las culturas y por tanto se puede identificar de manera nomotética. Sin embargo, “lo que la mayoría de los occidentales entienden por arte es una peculiar categoría emic de la moderna civilización euroamericana” (Harris,1997, p.582).

La necesidad del tacto puede estar relacionada con el papel que los sentidos juegan en el modelo cultural. En la sociedad europea el sentido más valorado es la vista, acompañada siempre de la lógica y la razón. Sin embargo, como el arte se sitúa por encima del mundo terrenal, otros sentidos pueden ganar mayor importancia. La antropología sensorial o de los sentidos se encarga de estudiar y analizar la influencia de los distintos sentidos en la forma de ver el mundo.

Este “sexto sentido” como algunos lo llaman es innato y sólo algunas personas
lo poseen. Esta creencia ayuda a respaldar la posición de superioridad de ciertas
personalidades dentro del mundo del arte. En particular, cuando se habla de obras
primitivas, los coleccionistas y especialista de arte se encuentran en una posición
especialmente particular:

El arte de culturas “remotas” proporciona a aquellos que coleccionan arte una
oportunidad especialmente atractiva de obtener algún tipo de merito por las obras en si mismas, en parte porque generalmente se recoge tan poca información sobre los artistas y en parte por la idea de que el observador occidental está excepcionalmente dotado para “ver” la calidad estética de la forma (en contraste con el artista, que se ve como alguien interesado principalmente en los fines utilitarios y/o rituales del objeto) (Price, 2005).

conclusión

La crítica de Sally Price es clara y concisa y podríamos decir que busca aplicar los principios anti-etnocentristas de la antropología en el mundo del arte.
La antropología nos ayuda a entender el papel que juegan las obras dentro de una sociedad porque las obras no son objetos aislados. Son creadas por personas que viven en un determinado contexto y son admiradas por personas que viven en un determinado
contexto. La antropología nos permite comprender cómo hemos llegado a según qué
valoraciones y categorizaciones sobre el arte.

Bibliografía

  • Augé, M., & Colleyn, J. (2005). Qué es la antropología (1a ed.). Paidós.
  • Harris, M. (1997). Introducción a la Antropología General (7a ed.). Alianza Editorial.
  • Kottak, C. (2011). Antropología Cultural (14a ed.). McGraw-Hills.
  • Price, S. (2005). ¿Son los antropólogos ciegos frente al arte? Quaderns De L’Institut Català D’Antropologia, 21, 15-31.

Croquetas y rituales

En el siguiente artículo resumo un trabajo que realicé el año pasado para la asignatura Antropología Simbólica.

Introducción

La gente se lleva las manos a la cabeza cuando les cuento que sólo como croquetas
una vez al año. Para mí es lo más normal, pero, a medida que he ido creciendo, me he
dado cuenta de que las croquetas no son algo tan especial en el resto de familias.

En mi familia, comer croquetas es una actividad ligada a un ritual que lleva realizándose más de una década.

El ritual consiste en algo muy sencillo: los miembros de mi familia nos reunimos y nos dedicamos a hacer croquetas con la carne que ha sobrado de la cena de año nuevo. Es un proceso muy laborioso (porque requiere de mucha preparación y hacemos mucha cantidad) pero que fomenta la unión familiar y que contiene objetos de estudio tan interesantes como: la comida y su simbología, la tradición, la transmisión de conocimientos o la jerarquía familiar.

Quiénes participan

En primer lugar, mostraré un esquema de parentesco de mi familia y explicaré y
quiénes participan en el ritual y su posición dentro de este:

La división de tareas varía en función de la experiencia de la persona, es decir, de
su edad. Antes de morir, mi abuela Gloria se encargaba de preparar la masa (mezclar
todos los ingredientes y controlar las cantidades) y sus hijas la ayudaban con las tareas
más mecánicas como desmenuzar la carne y posteriormente dar forma a las croquetas.

“Nosotros la ayudábamos a desmenuzar la carne y picarla y ella hacia la masa y luego
nosotros la ayudábamos a empanarlas y darles forma” (Testimonio de mi madre).

Tras la muerte de mi abuela, y tras haber estado observándola durante años,
mi madre y mi tía tomaron el relevo y se encargaron de preparar la masa y el resto (mi
tío, mi padre, mis primos, mi hermano y yo) nos encargamos de las tareas más mecánicas.

Dependiendo del año preparamos las croquetas en una casa o en otra. Estos últimos años
se han elaborado en mi casa. También podemos observar el sesgo de género: son las
mujeres las que se encargan de las tareas culinarias, son las hijas las que relevan las
funciones de la madre. Del mismo modo la responsabilidad no recae sobre los varones (yo y hermano somos los que más hemos continuado la tradición).

En resumen, mi tía, mi tío, mi madre y mi padre son las que han continuado la tradición y los que estamos recibiendo los conocimientos y practicamos más el ritual somos mi hermano y yo.

Croquetas paso a paso

1. En primer lugar, se desmenuza la carne del pavo (sobrante de la cena de Navidad
o de Nochevieja).

*para una versión vegetariana de esta receta se puede sustituir la carne por champiñones, setas, espinacas…

2. Se prepara la masa que consta de: carne, cebolla, harina, leche y una pastilla de
caldo de verduras.

  • Sofreir la cebolla
  • Añadir la carne
  • Añadir la harina y la leche
  • Añadir una pastilla de caldo
  • Remover hasta que tenga la consistencia deseada

3. Se deja enfriar la masa 1 día en la nevera.

4. A continuación sacar la masa de la nevera, dejar reposar un poco y coger dos cucharas. Se toma un trozo de masa y se le da forma con las cucharas (tamaño al gusto, aunque recomiendo que no muy grandes)

5. Se moja este trozo en huevo.

6. Se embadurna en pan rallado y se da forma con las manos.

7. Se colocan las croquetas en un plato y se guardan en la nevera.

8. Cuando llega el momento de comerlas, se fríen en la sartén o se hacen al horno.

De la preparación de la masa se encargan las personas adultas con más conocimiento de la receta (mi madre, mi tía y mi tío) y en la parte más mecánica (dar forma a las croquetas) participamos todos.

El día que mi madre se dedica a preparar la masa la casa se inunda de una fragancia apetecible y acogedora. Todos sabemos que al día siguiente toca preparar croquetas. El día de preparar croquetas es un día de encuentro. Nos sentamos todos a la mesa y nos posicionamos como una cadena de montaje.

Dos personas (normalmente mi padre y mi madre) se encargar de coger trozos de masa y
darle forma con dos cucharas. Esta parte es muy importante ya que determinará la forma
de las croquetas (mi madre siempre nos regaña porque ni mi hermano ni yo conseguimos hacer la forma perfecta).

Durante la preparación charlamos sobre cómo han ido las navidades, sobre cotilleos o sobre la vida en general. Se oye el repiqueteo de las cucharas y música de fondo.

Los encargados de embadurnar las croquetas en pan rayado acabamos las manos llenas de grumos y siempre tienes ganas de lavártelas. Pasamos entre 3-4 horas todos juntos
sentados trabajando, charlando y pasando tiempo en familia.

La ritualidad de la comida

¿Por qué clasificamos esta práctica familiar como ritual? Prestemos atención a
la definición de Kottak (2011, p.320):

Los rituales son formales; estilizados, repetitivos y estereotipados. Los rituales transmiten
información acerca de los participantes y sus tradiciones. Repetidos años tras año,
generación tras generación, los rituales traducen mensajes, valores y sentimientos
duraderos en acciones. Los rituales son actos sociales. 

Teniendo en cuenta esta definición, considero mi tradición familiar de hacer croquetas un ritual. Los rituales constituyen esencialmente actos sociales, son repetitivos y tienen lugar en lugares concretos (la elaboración de croquetas tiene lugar siempre en la misma fecha y se realiza en casa de alguno de los participantes).

Puede que este ritual no incluya órdenes litúrgicos, ni ritos de paso, ni esté directamente relacionado con nada religioso, pero sigue siendo un ritual.

Goffman, desde una perspectiva sociológica, da mucha importancia al ritual
secularizado (secular = no religioso) como referente de vital importancia para la cohesión social (incorpora a los procesos rituales la cotidianidad).

Los ritos de comensalidad suponen un orden, una sintaxis, tanto en la
preparación como en el consumo de los alimentos” (Maury, 2010)

Este tipo de ritos tienen un papel muy importante dentro de la organización familiar pues

a través de estos ritos se instaura ante todo un respeto entre los individuos; respeto prestado y reconocido de forma que facilite el contacto y las respectivas fases situacionales” (Maury, 2010).

Importancia de las croquetas

¿Qué significa este ritual para mi familia?

Esta tradición comenzó cuando mi tía y mi madre se fueron de casa (mi
tía se mudó a Alemania y mi madre a Galicia, por tanto, sólo volvían a casa en
vacaciones). Este ritual requiere de colaboración y por tanto de pasar mucho tiempo juntos.

Durante la elaboración se produce una conversación extensa entre todos los
miembros de la familia y se producen momentos de verdadera apertura emocional y
vulnerabilidad. Estos momentos quizás no se den en otras ocasiones, pero durante este
ritual, después de pasar varias horas realizando la misma tarea junto las mismas personas,
la tensión empieza a desaparecer y parece que hasta sientes inercia por hablar. También
se recuerda a las personas que ya no están, sobre todo a mi abuela.

Esta tradición sigue siendo un punto de reencuentro ya que ahora, en vez de ser
mi madre o mi tía, soy yo la que vive lejos de casa. Para mí este ritual significa mucho,
ya que me permite disfrutar de mucho tiempo de calidad con mis seres queridos y todo el
proceso es realmente reconfortante.

Conclusión

Los rituales forman parte de nuestro día a día. No sólo existen rituales sacralizados
donde se ven claramente los símbolos y somos capaces de identificarlos porque los vemos
desde fuera, sino que también existen rituales sobre lo cotidiano, que no podemos ver
porque participamos de ellos.

Este ritual croquetil va mucho más allá de la elaboración de comida, contiene unión, familia, transmisión cultural, tradición, estructura jerárquica…

Este tipo de rituales son capaces de quedarse plasmados en la impronta de quiénes
participan en él. Para mí la Navidad es hacer croquetas con mi familia y mancharse los
dedos de pan rayado y huevo. Tendré siempre grabado en mi memoria las tardes en el
salón por la tarde cuando ya ha anochecido, todos juntos haciendo croquetas y hablando sin parar y bromeando sobre cómo no quiero darle croquetas a nadie, porque las quiero todas para mí.

Bibliografía

Augé, M., & Colleyn, J. (2005). Qué es la antropología (1a ed.). Paidós.

Baez Cubero, L. (2014). Cocinar para los dioses. Comida ritual y alteridad entre
los otomíes orientales de Hidalgo (México). Nuevo Mundo Mundos Nuevos.
Consultado el 26/1/2022 desde https://doi.org/10.4000/nuevomundo.66718

Contreras, J. (1992). Alimentación y cultura: reflexiones desde la
Antropología. Revista Chilena De Antropología, 11, 95-111. Consultado el
26/1/2022 desde https://doi.org/10.5354/0719-1472.1992.17643

Harris, M. (1997). Introducción a la Antropología General (7a ed.). Alianza
Editorial.

Kottak, C. (2011). Antropología Cultural (14a ed.). McGraw-Hills.

Maury, E. (2010). Ritos de comensalidad y espacialidad. Un análisis antropo-
semiótico de la alimentación. Gazeta De Antropología, 26(2).